Zoqueterías

22 Dic

Alterno los postreros artículos de Castellani con Mal de escuela de Daniel Pennac, por influencia del aperitivo que Paco dejó en su blog, que me estimula el apetito y me trae a la memoria el buen sabor de Como una novela. Leo más lento de lo que quisiera y no por degustación.

Hace unos días nos aprovisionamos en la librería de un buen surtido para Navidad -no sólo de turrón vive el hombre-; y me tengo prometidos Agua de Noria, de Jiménez Lozano, y Dios salve a la razón, una selección de las reacciones que suscitó el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona entre intelectuales ateos y de diferentes credos: Gustavo Bueno, Wael Farouq, André Glucksmann, Jon Juaristi, Sari Nusseibeh, Javier Prades, Robert Spaemann y Joseph H. H. Weiler. 

Por el momento he empezado con Pennac y me está gustando su maestría en el arte de salvar al mal estudiante desde la empatía del zoquete que fue. Probablemente porque yo también fui zoquete y sufro aún de esos brotes reminiscentes:

 

 En resumen, se llega.

Pero la cosa no cambia tanto. Te las apañas con lo que eres.

He aquí  que, al final de esta segunda parte, me permito un ataque de duda. Duda en cuanto a la necesidad de este libro, duda en cuanto a mi capacidad para escribirlo, duda sobre mí mismo, sencillamente, duda que florecerá muy pronto en consideraciones irónicas sobre el conjunto de mi trabajo, sobre mi vida entera… Proliferante duda… Son frecuentes estos ataques. Por mucho que sean una herencia de mi zoquetería, no me acostumbro a ellos. Se duda siempre la primera vez, y la duda es malsana. Me empuja hacia mi tendencia natural. Me resisto pero, día tras día, vuelvo a ser el mal alumno que intento describir. Los síntomas son rigurosamente semejantes a los de mis trece años: ensoñación, pereza, dispersión, hipocondría, nerviosismo, taciturno deleite, cambios de humor, jeremiadas y, por último, pasmo ante la pantalla de mi ordenador, como antaño ante los deberes que debía hacer, el examen que debía preparar… Aquí estoy, ríe sarcástico el zoquete que fui”.

Mal de escuela, Daniel Pennac

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