Fumar es un placer

16 Jun

Por indicación de la OMS y de la UE, el Gobierno se ha gastado una pasta en la nueva campaña contra el consumo de cigarrillos. Confieso que, aun no siendo desde hace muchos años fumadora activa, me incinera el cilindrín tanto paternalismo estatal, tanto integrismo, tanta inquisición y tanta mojigatería, en una sociedad que se precia de libertaria y hedonista.

Máxime cuando resulta obvio que la autoridad sanitaria se fuma sin una tos cosas mucho más serias como la dignidad humana del no nacido y del enfermo terminal (próximamente en pantalla), la salud de las adolescentes consumidoras de la píldora sin receta o de los chavalines hacinados en botellódromos.

No soporto volver la esquina y darme de bruces con una nube tóxica de leyendas mortuorias, pulmones destrozados, dientes podridos y arterias colapsadas. El tabaco fue responsable de la muerte de más de 50.000 personas en 2008, la mitad de las producidas por el aborto, pero de esto ni mijita, aquí el Gobierno se la coge con papel de fumar.

Ahora suben los impuestos contra el consumo de cigarrillos. Con lo poco que le importamos, este Gobierno haría mejor en afrontar la crisis reduciendo el sueldo de los políticos, y dejarnos a nosotros morir a gusto. Así seguro que somos menos. Ya sé, ya sé que el coste sanitario…, que lo cortés no quita lo valiente, que me he pasado.

Soy fumadora pasiva, me encanta aspirar el olor del tabaco, sentir como serpentea la tentación y ser capaz de vencerla, pero estoy a punto de darme de alta al vicio aunque sea por solidaridad. El cigarrillo –dice Lord Henry a Dorian Gray- es el perfecto ejemplo de placer perfecto. Es exquisito y deja insatisfecho”.

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